Los españoles han desplazado progresivamente la financiación destinada a la compra de bienes de consumo y de otros bienes y servicios hacia los usos inmobiliarios. entre 1994 y 2004, el crédito destinado a la compra y rehabilitación de la vivienda creció una media anual del 17,6%, frente al 11,1% del destinado a la compra de bienes de consumo duradero, como por ejemplo un coche, y al 12% destinado a otros servicios. como resultado, el crédito destinado al inmueble representaba en 2004 un 75,6% de los pasivos crediticios de las familias, frente al 67,4% de 1994.
El informe señala, además, que el desarrollo del mercado crediticio se plasma en un peso ascendente del crédito total sobre el producto interior bruto (pib) del país, que en una década ha pasado (en valores corrientes) de un 75,1% a un 123%.